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Un amor más allá de los tacones

Escrito por admin 11 de junio, 2014

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Por Karla Herrera @karlosta1

“Janeth López, aficionada al Club América, nos habla de lo difícil que es lidiar con los calificativos que le asigna la sociedad a las personas que pertenecen a la barra brava, y aun más cuando se trata de una mujer. Sin embargo, no le importa y está dispuesta a aguantar eso y más por demostrar su amor al equipo”

Siempre fue americanista, aunque nunca pasó por su cabeza que un obsequio le podía cambiar el estilo de vida por completo. “Un día de regalo de cumpleaños, mi primo me llevó a la porra y desde ahí hubo una gran pasión, supe que yo pertenecía a ese lugar”. Y ahora, a sus dieciséis años, tiene suficientes experiencias para contar; de esas experiencias que sólo puede regalar el futbol, pero que se viven dentro y  también fuera de la cancha.

La sociedad en la que ahora vivimos, ha dejado de ser tan moralista como antes, incluso, las nuevas generaciones han demostrado una latente crítica a la manera de vida y reglas sociales bajo las que se veían sometidas las personas hace algunos años. Sin embargo, esto no se ve reflejado todavía en todas las personas ni en todas las situaciones; una de ellas: la relación entre las mujeres y el futbol. “Muchos han de decir que el futbol no es para mujeres y eso me parece algo estúpido, porque las mujeres somos algunas veces más apasionadas que los hombres… Somos las mujeres más valiosas. Que nos guste el futbol está bien, pero que seamos tan apasionadas es mucho mejor”.

Aunque existen muy pocos estudios acerca de las barras de futbol, por ser un fenómeno social “reciente”, no se saben verdaderamente los motivos ( o por lo menos, no se pueden generalizar) que lleven a estas personas a “pertenecer”, y la relación inmediata que existe para la sociedad, entre estas personas con las barras de futbol, es la delincuencia. “Nadie nos quiere piensan que somos delincuentes y no es así… mis amigos se pelean, ingieren drogas, pero yo no; aun así son buenas personas, lo único que hacemos es alentar al crema”.

Sin embargo, algunas veces, las fuertes críticas hacia esta actividad no solo vienen de la sociedad que los observa, sino que se dan dentro de los grupos sociales donde se ven inmersos, ya sea en la barra o incluso, de la misma familia; y éstos, a veces no solo se quedan en comentarios, sino que se reflejan en el trato que reciben. “La mayoría de las veces se nos respeta más y tenemos más prioridades (las mujeres), pero hay unas personas que no aceptan que nosotras también tenemos la misma pasión y nos tratan mal… Y la verdad es que no me afeitaría tanto si esos comentarios fueran de gente desconocida pero siempre los recibo de mi familia”

Y aunque es evidente que para una mujer el riesgo es mayor, al participar como barra brava (y tal vez por esta razón sea una de las actividades donde más se hagan distinciones entre hombres y mujeres), hay personas para los que no existe diferencia alguna: las otras barras de futbol. “En todos los aspectos es más arriesgado, hay muchos hombres que no respetan y les viene valiendo madre si una es mujer… aunque también hay mujeres de otras barras que son muy cabronas y les viene importando muy poco meterse con una mujer o un hombre”.

Alguna de las consecuencias más fuertes que ha pagado Janeth, por ser parte de esta vida, ha sido ser golpeada por un hombre de la barra contraria. Sin embargo, estos riesgos los consideran totalmente como “parte de”, y los asumen con tal de seguir demostrando el amor al equipo, a su manera. “Ser barrista no es delito, no hacemos nada más que apoyar al equipo, es muy feo ser juzgada sin saber realmente lo que es ser un barrista, solo me gustaría que se tomaran la molestia de conocer; es muy estúpido juzgar sin conocer”.

 

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